El contexto post pandémico genera nuevos desafíos en todos los procesos educativos, particularmente en la variable emocional de las personas. El estrés postraumático tras dos años de incertidumbre genera reacciones emocionales que debemos conocer y, por sobre todo, aprender a manejar en los medios familiares y educativos. 

En ese sentido, las neurociencias aplicadas cobran relevancia, ya que permiten comprender el desarrollo emocional desde la fisiología, generando una aceptación de los procesos de cambio experimentados cotidianamente.

El modelo educativo que considera la educación emocional, percibe al sujeto desde una perspectiva integral. Su mente y cuerpo se articulan para capturar el mundo externo e interpretar el interno, generando así pensamientos que permitan interpretaciones y juicios de valor como manifestaciones de su consciencia. Es necesario validar los procesos cognitivos y emocionales como elementos esenciales para el relacionamiento colectivo, situando estos elementos al centro de la educación transformadora.