El avance de la extrema derecha en las elecciones para el parlamento europeo se convirtió en un remezón para quienes consideran que las políticas de la centroizquierda socialdemócratas, verdes y otros, representan los altos valores de humanismo tanto como el respecto a los derechos humanos. En Argentina, el libertario Milei no tiene miramientos al usar la retórica anti estatista para ofrecer un mundo mejor para quienes sobrevivan al proceso puesto en marcha de eugenesia (aprobación de Ley Bases).
Los resultados de las votaciones europeas dejaron al centro político naufragando ideológicamente en los principales gobiernos de la Comunidad Europea. En Francia, el rotundo avance de la ultraderecha (doblando en votación al partido Renacimiento) de Marine Le Pen llevó al presidente Emmanuel Macron a llamar a elecciones anticipadas en una medida arriesgada que puede llevar a la ultraderecha a cogobernar. En Alemania, el partido Social Demócrata de Olaf Scholz quedó tercero después de los conservadores y la ultraderecha; mientras, el partido Verde y los liberales – socios en el gobierno de coalición- vieron considerablemente reducidos sus cupos europeos. En Italia, la primera ministra Meloni (Hermanos de Italia de ultraderecha) dobló la cantidad de representantes.
El auge de las votaciones de la extrema derecha ha impuesto una resignificación comunicacional de estos liderazgos en distintos países del mundo; han hecho entrar al debate el adjetivo de “ultraderecha” que les molesta, muchos simpatizantes de estas agrupaciones cuestionan el termino mencionando que es una forma de denigrar sus propuestas políticas: “Boric se equivoca una vez más. La nueva derecha avanza porque tenemos mejores ideas y soluciones para las urgencias de Chile” (José Antonio Kast en La Tercera.com 10/06). La nueva derecha o los libertarios, en complicidad con la estructura mediática corporativa, entran en la batalla comunicacional por sacarse el mote de “ultras” alejándose de encasillamientos neofascistas al presentir que los triunfos electorales están a la vuelta de la esquina.
En Latino América, las propuestas de la ultraderecha están íntimamente ligadas a un lenguaje totalitario contra la inmigración y la mano dura contra la delincuencia, teniendo como emblema de sus propuestas, la gestión de Bukele en El Salvador.
En Europa, si bien los mensajes de los ultras están trasuntados de los mismos idearios nacionales, han tenido a su favor la incapacidad del centro político y el Socialismo Democrático, que se han mostrado como partidarios guerreristas que sacrifican la calidad de vida de sus poblaciones para apoyar a Ucrania en una sumisión geopolítica absoluta frente a los Estados Unidos.
Las acciones por la guerra en Ucrania y las medidas belicistas de los líderes europeos, son fundamentales para entender el aumento del voto de ultraderecha. Sin embargo, los medios nacionales o internacionales no hacen la conexión entre dicho incremento y la guerra. Los liderazgos de la Socialdemocracia o de los Verdes, no se diferencian en nada a los conservadores, produciéndose una contradicción evidente que se refleja en un voto de castigo.
Mientras la ultraderecha se presenta como honesta en sus propuestas al explicitar su política contra la inmigración, la seguridad pública y el gasto que ha significado para las economías nacionales europeas la ayuda a Ucrania tanto como las sanciones. La ultraderecha toma las banderas de la izquierda en materia de honestidad y preocupación por escuchar a la opinión ciudadana. Los progresistas intentan diferenciarse con el nicho de las minorías sexuales o el feminismo, dividiendo su electorado y ocultando sus intereses al exacerbar el estado de guerra con lo que se benefician económicamente las corporaciones.
Por otra parte, gobiernos que se han mostrado neutrales o proclives a entenderse con Rusia y China, son considerados por la prensa o el propio Gabriel Boric como “un malentendido histórico” expresando que: «es muy sorprendente como hay países en América Latina, que quizás por un mal entendido histórico, siguen asimilando o viendo a Rusia como una suerte de referente de la izquierda en el mundo, cuando en Europa justamente es todo lo contrario, en donde el régimen de Putin está más bien aliado con las fuerzas de ultraderecha, para qué decir en Estados Unidos» (Emol.com 12/06).
El presidente de la República logra llegar a una política de consenso con los grandes medios corporativos, consenso que se basa en obviar la gran apuesta de los países, encabezados por China y Rusia, que desafían el poder de occidente: el concepto de multipolaridad, opuesto, dialécticamente, a la unipolaridad representada por los Estados Unidos y sus aliados. La multipolaridad es una propuesta de un trato a precio justo por parte de las potencias hacia los países más pequeños o menos desarrollados; implica eliminar las políticas imperialistas como determinante de la política exterior; y esto es exactamente lo que seduce a gobiernos de diferente signo para mantenerse al menos neutrales (1)..
Los ultras y libertarios, aun en países subdesarrollados, piden la jibarización del Estado como una forma de una regresión a sociedades preindustriales, donde los poseedores del capital puedan reinar sin contrapeso, sin tomar en cuenta que el Estado, históricamente, ha mantenido una condición de clase que favorece a los sectores pudientes de la sociedad.
Javier Milei -caracterizado por su sinceridad a toda prueba-, ha dejado algunas definiciones clarificadoras: “Amo ser el topo dentro del Estado, yo soy el que destruye el Estado desde adentro (…) Es como estar infiltrado en las filas enemigas, la reforma del Estado la tiene que hacer alguien que odie el Estado y yo odio tanto al Estado que estoy dispuesto a soportar todo este tipo de mentiras, calumnias, injurias” (Infobae 06/06). Por otro lado, cumplió su promesa de eliminar el ministerio de la Mujer, sin crear un alboroto mayor en la prensa chilena.
Días después de las apreciaciones de Milei sobre el Estado, volvió a ser el centro de atención mediática al declarar que las protestas contra sus políticas de pauperización de la población son “un intento de golpe de Estado”. Nuestro presidente Piñera y las nuevas y viejas derechas han sostenido sistemáticamente este argumento para destruir el ejemplo del octubrismo.
En Chile, los estaticidas de las diferentes secciones del arco político -desde los ultras hasta el Socialismo Democrático-, han sostenido durante décadas las medidas neoliberales, creando una de las sociedades más inequitativas de la región. Se crea un escándalo cuando se indica del aumento de la dotación de empleados públicos en el gobierno de Boric, pero cuando ocurre cualquier emergencia, que en Chile son frecuentes, los primero que hacen es culpar al Estado.
La respuesta eficiente del Estado ante las emergencias como las últimas inundaciones, está en directa relación al fortalecimiento del mismo a través no solamente de los fondos necesarios para su buen funcionamiento, sino que también, de la contratación de equipos permanentes de acción.
Los estaticidas con su retórica sobre la seguridad pública y libertad, muestran sus contradicciones al apoyar la creación de la fuerza muscular del Estado en contra del delito, pero no en favor de las políticas públicas sociales. Mientras, la derecha tradicional se deja llevar por la inercia de los ultras, esperando para tomar esas banderas, si la coyuntura política así lo determina.
Centro de Estudios de Medios
Universidad Abierta de Recoleta
Referencia:
(1). George W. Bush definió la neutralidad al aseverar que “quien no está con nosotros está contra nosotros”