Análisis de coyuntura quincenal / Se impone la lógica de la guerra mundial

La apuesta por desgastar a Rusia, sacándola de la ecuación que la pone como el brazo armado del mundo multipolar, abre nuevos escenarios de batalla donde se enfrentan las potencias en países y territorios del tercer mundo a la vieja usanza de la Guerra Fría. Las alternativas de enfrentamiento directo entre potencias se inhiben por la disuasión nuclear, sin embargo, se exacerba en zonas secundarias como en Siria o Georgia.

La evidente derrota de occidente en el frente ucraniano, donde las pérdidas territoriales se hacen cada vez más significativas, ha llevado al occidente liderado por los Estados Unidos a intentar nuevas formas de desgaste contra Rusia.


Es cada vez más frecuente que los líderes occidentales hablen de llegar a la mesa de negociación para resolver el conflicto ucraniano, cuando hasta hace poco tiempo la sola mención a acuerdos de paz era considerado como rusofilia digna de las mayores condenas. Sin embargo, estas negociaciones, según la costumbre occidental, debieran pasar por causar el mayor daño militar y económico a Rusia para obtener concesiones.


La Segunda Guerra Mundial es un claro ejemplo de la lógica de los frentes alternativos. Cuando Alemania era imparable en el campo de batalla, los aliados abrieron frentes secundarios, primero en África y después en Italia, para desviar recursos del Eje y foguear sus propias tropas en batalla.

El nuevo frente de ataque es Medio Oriente. En la Guerra Civil Siria, que comenzó en 2011 no existió un claro vencedor hasta hace pocos días, sino que un status quo frágil, donde confluyen ejércitos y milicias islamitas, cada uno con una aparente agenda propia, pero, con intereses ligados a las potencias regionales e internacionales.


El haber elegido a Siria como campo de batalla secundario en la lucha contra la multipolaridad, tenía varios puntos a su favor: en Siria está la mayor base marítima rusa, Tártus, que le permite control sobre el Mediterráneo y las rutas de sus exportaciones de petróleo y gas, el sacar a los rusos de allí, se estrecha su influencia exterior, dejándola como potencia orientada hacia lo continental[1]. El nuevo frente exigía a Rusia desviar recursos financieros y militares para proteger a su aliado, pudiendo ser un indicador del porque se derrumbó el gobierno baazista de al- Asád.


Por otra parte, el gobierno de Bashar al-Asád era parte del Eje de la Resistencia contra el Israel sionista lo que permitía que la logística fluyese a Hezbolá desde Irán. La derrota del ejército sirio permite aislar al Líbano frente al próximo enfrentamiento con Israel (desde ya la tregua entre Israel y Hizbolá se ve como extremadamente quebradiza).


Sintomático para apreciar el cariz del conflicto son las tratamientos informativos de la prensa corporativa occidental donde se intenta un lavado de imagen de los grupos islamitas dándole el tono de “rebeldes”, mientras que al presidente sirio se le tilda de “tirano”: “El dictador sirio Bashar al Assad prometió el domingo utilizar la fuerza para eliminar lo que calificó como ‘terrorismo’ en el norte de Siria, en medio de una ofensiva fulgurante lanzada por grupos rebeldes islamistas que han ganado terreno en la región, incluyendo en la estratégica región de Alepo”[2].


El segundo punto álgido para abrir nuevos frentes contra Rusia ha sido lo que ocurre en Georgia, donde el gobierno suspendió las negociaciones para entrar a la Unión Europea hasta el 2028. El pasado 26 de octubre se realizaron elecciones parlamentarias donde el oficialismo obtuvo una victoria que fue desconocida por la oposición y la Comunidad Europea. El guion es similar a las conocidas como “Revoluciones de Colores”, donde se usa el poder de la prensa y las redes sociales para convocar a manifestaciones violentas que obliguen a la represión en una escalada que termina con la caída del gobierno.


La misma estrategia se usó ya en Georgia en 2003, provocando la caía del gobierno del pro ruso Eduard Shevardnadze, lo que se conoció como la “Revolución de las Rosas”. En la propia Ucrania existió la revolución de color conocida como el EuroMaidán[3], que permitió un golpe de Estado contra el gobierno aliado de los rusos de Víktor Yanukóvich, que significó la génesis de la guerra actual.


El partido gobernante de Georgia, “Sueño Giorgiano”, está lejos de ser partidario de Rusia; sin embargo, ve que la asociación con la Unión Europea puede que no sea todo lo feliz como se le presenta, con un bloque que se encuentra debilitado sin soberanía frente a los Estados Unidos y sin recursos energéticos que le permita un desarrollo competitivo. Las consideraciones del gobierno de Georgia pasan por mantener el máximo de soberanía frente a la Unión Europea y Rusia para elegir con independencia, las formas más provechosas de asociación; sin embargo, en estos tiempos violentos, la neutralidad parece que no es una opción válida: “El que no está conmigo, está contra mí.”[4]


Georgia, país fronterizo con Rusia, se convertiría en una nueva amenaza existencial que implicaría que este país tenga que invertir recursos financieros y militares en previsión de una escalada. Todas las piezas del ajedrez geopolítico se mueven, evidenciando la importancia del momentum[5] histórico, entendido este como la confluencia de hechos coyunturales, planificación estratégica y desarrollo de las fuerzas en colisión entre las que promueven el mantenimiento de la unipolaridad basada en reglas sancionadas por los Estados Unidos versus los países que presentan el concepto de multipolaridad o múltiples centros de poder mundial.

Como Centro de Estudio de Medios nos parece interesante siempre analizar la geopolítica desde la perspectiva de los medios, porque sus tratamientos informativos entregan pistas significativas sobre el derrotero de los acontecimientos. En el caso de Georgia y Siria, los medios corporativos muestran una visión de los hechos como aislados, sin conexión entre ellos; de esta forma, pareciera que la lógica del conflicto no está entre la visión unipolar y la multipolar, sino entre Estados democráticos versus totalitarios, entre la civilización occidental versus el barbarismo, lo que permite opiniones públicas en los diferentes países proclives al apoyo del ideario liberal.

Todas estas convulsiones geopolíticas ocurren a pocos días del cambio de gobierno en los Estados Unidos con la llegada de Donald Trump. El nuevo presidente ha enarbolado las banderas de la negociación para resolver los impasses geopolíticos. Sin embargo, Trump promete guerra comercial abierta contra China e incluso aranceles a los productos de Europa, México y Canadá, además de detener el avance de los BRICS para mantener a toda costa la supremacía del dólar. La llegada de Trump podría implicar el fin de la tragedia ucraniana, pero sin lugar a dudas, no implicará el final del reacomodo de las fuerzas telúricas que estremecen al mundo actual.

Centro de Estudios de Medios

Referencias

[1] Teoría del Heartland, desarrollada por Harlford John Mackinder:  «Quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla-Mundial; quien gobierne la Isla-Mundial controlará el mundo”. El Heartland de Mackinder era la zona gobernada por el Imperio ruso y después por la Unión Soviética.

[2] Infobae 01/12

[3] Se conoce como Euromaidán a una serie de manifestaciones y disturbios iniciada el 21 de noviembre de 2013 con grandes protestas en la Plaza de la Independencia en Kiev

[4] Cita bíblica, Mateo 12:30, usada por el expresidente de EEUU, George W. Bush durante la invasión de Irak

[5] Según Wikipedia es la cantidad de movimiento, momento lineal, ímpetu, momentum o simplemente momento, es una magnitud física derivada de tipo vectorial que describe el movimiento de un cuerpo en cualquier teoría mecánica