Análisis quincenal de coyuntura / Sobrepasando todas las líneas rojas

Los conflictos militares y geopolíticos abiertos en Cercano Oriente y en Europa oriental, muestran una retórica afiebrada que los medios reproducen con satisfacción en dos aristas principales: el sensacionalismo para ganar audiencias; y el aprovechamiento de los efectos intimidantes de situaciones extremas que ocultan casos o situaciones que es preferible, para ciertos intereses, dejar fuera de la agenda. Mientras, en Chile el caso de Marcela Cubillos repuso en la agenda mediática los abusos que cometen la poderosa élite en contra de los ciudadanos.

El enfrentamiento comunicacional que transita en conjunto con las guerras actuales, ya sea en el espacio internacional o en las luchas internas de carácter político/ideológico, suelen incorporar lo que la prensa denomina “líneas rojas” para establecer que son hitos retóricos impuestos por los gobiernos de países que, de ser traspasadas, agravarían el conflicto en una escalada de guerra total.

En la política interna nacional, con una hegemonía incontrarrestable de los medios corporativos, estas líneas rojas se encuentran en los ciudadanos, los que se son manipulados por las campañas comunicacionales en sus preocupaciones y emociones, pero, la opinión pública crea sus propias líneas rojas, que como se vio para el Estallido Social, una vez traspasadas se convierten en una fuente explosiva de rebeldía.

Mientras en los países con conflictos abiertos se puede apreciar un desgaste de la retórica amenazante no contrarrestada sobre el terreno. Los propios rusos, que suelen ser comedidos en hablar y diligentes en el actuar, han visto sus líneas rojas sobrepasadas e incluso humilladas: el envío de tanques occidentales a Ucrania; el envío de aviones de combate; los misiles de largo alcance para golpear el corazón de Rusia. Si bien el Kremlin suele accionar efectivamente en la retaliación, el exhibir musculatura en estas líneas se ha convertido en un ejercicio de amenazas- retaliación-contra amenazas.

La evaluación rusa pasa por el análisis de que no es suficiente con las amenazas y las líneas rojas comunicacionales, ya que su nueva demarcación es legal más que retórica: el cambio de doctrina nuclear de la Federación obliga a actuar al Ejecutivo como si estuviese condicionada por un determinismo constitucional.

El caso del Medio Oriente es aún más ejemplificador. A pesar de todas las líneas rojas que pusieron el grupo Hezbolá e Irán, el Estado de Israel las sobrepasó todas, una tras otra, obligando a los amenazados a actuar para no quedar como vacilantes frente a su propia opinión pública. La decapitación sistemática de los liderazgos de los países y partidos del mundo de la resistencia musulmana, se ha convertido en una caza de pavos de las Marianas [1], obligando a una respuesta efectiva.

El tablero de ajedrez en Medio Oriente mostró a Irán moviendo sus piezas para responder a los golpes israelíes. El ataque del primero de octubre con misiles balísticos hipersónicos sirvió a Irán para demostrar que las defensas áreas no eran todo los sólidas que se presumían, hiriendo objetivos militares y entregando el mensaje que Israel no es inexpugnable.

El aumento de la tensión en Medio Oriente mantiene un estado de fragilidad, con Israel obligando a los Estados Unidos a tomar parte más activa en el conflicto con el objetivo de destruir la capacidad militar de los iraníes.

Una importante parte de la fuerza comunicacional de Israel está basada en el mito de la invencibilidad de su ejército, la impunidad en su actuar y la imposibilidad de sus enemigos de propinar golpes efectivos en su territorio por la defensa de la Cúpula de Hierro que exhibe la alta tecnología occidental.

Los canales de televisión nacionales se hicieron eco de esta visión de invencibilidad de Israel al indicar que los misiles de Irán habían sido interceptados, en su mayoría, por la Cúpula de Hierro, mientras imágenes de explosiones recorrían las redes sociales, dejando en evidencia la fuerza del golpe persa.

En Chile, los medios corporativos construyeron una retórica de que Chile era un país de escasa penetración de la corrupción, donde existían algunos elementos “deshonestos”, pero lejos de un estado de corrupción generalizada. La utilización de las acusaciones contra la probidad se convirtió en una herramienta para condenar, por adelantado, a algún adversario, demonizándole en la acción de sabotaje de la imagen pública, pero la condena de la opinión se ha convertido en transversal para toda la élite.

La corrupción es una constante desde la dictadura militar. En el Chile neoliberal surgido de los acuerdos con los militares para dar paso a la democracia tutelada, la corrupción se convirtió en esencial en un país donde las regulaciones al mercado no existían, existiendo un latrocinio legalizado. Más aún, la piedra fundacional de nuestra democracia es una constitución elaborada en dictadura, no legitimada por los ciudadanos.

La prensa corporativa ayudó a mantener los casos de corrupción bajo la alfombra. El Estallido social, derrotado en el plebiscito de 2022 y por la elección de un gobierno que – enarbolando las banderas de la transformación, al poco andar abrazó la bandera de la administración del statu quo-, fue un intento del pueblo por marcar sus propias líneas rojas, las que las fuerzas conservadoras han violado sistemáticamente.

El caso Cubillos o el de Hermosilla muestran que los políticos, empresarios y sus universidades son usadas como parte de una estructura para mantener la sumisión de los ciudadanos y el control político/social, como quedó en evidencia con la denuncia hecha por Teresa Marinovic contra la Universidad San Sebastián: “habría ofrecido contratos de 2 millones y medio de pesos mensuales a algunos exconvencionales para que participaran activamente en la campaña por el Rechazo en el plebiscito de salida de 2022” [2].

Las inexpugnables líneas rojas del pueblo debiesen establecerse como un castigo político a los abusadores en las elecciones: convertir en algo concreto el malestar, de lo contrario, los abusos continuarán exacerbándose en una sociedad corrompida por una ambición sin límites.

Centro de Estudios de Medios

Referencias

[1] Durante la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses llamaron así a la batalla del Mar de Filipinas donde destruyeron a la mayor parte de la aviación y portaaviones japoneses con mínimas pérdidas para EEUU

[2] T13.cl 28/09