Extracto de entrevista al destacado intelectual portugués y consejero internacional de la Universidad Abierta de Recoleta (UAR), Boaventura de Sousa Santos, publicada en la Revista Lusófona de Educación*.
“Otra manera de pensar” es la urgencia que plantea para nuestras sociedades el profesor catedrático de la Universidad de Coímbra (Portugal) Boaventura de Sousa Santos. En la última Conferencia Regional de Educación Superior señaló que las universidades deben ser espacios de resistencia al neoliberalismo, donde se generen alternativas que pongan fin a la primacía de los derechos del mercado. “Si dejamos que todo el conocimiento tenga un valor de mercado, entonces no hay futuro para la universidad”, explicó el académico.
Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra y coordinador científico del Observatorio Permanente de la Justicia Portuguesa, actualmente de Sousa Santos dirige el proyecto de investigación Alicia – Espejos extraños, lecciones imprevistas: Definiendo para Europa una nueva forma de compartir las experiencias del mundo, cuyo objetivo es repensar y renovar el conocimiento científico-social a la luz de las Epistemologías del Sur para desarrollar nuevos paradigmas teóricos y políticos de transformación social.
En esta elaboración de nuevos paradigmas es fundamental, dice el académico, rescatar los conocimientos y sabidurías de pueblos indígenas, y de hombres y mujeres populares del mundo urbano y rural, que se quedaron al margen de las universidades.
“Para mantener su identidad como bien común, la universidad tiene que transformar muchas de sus ideas del pasado. Entonces ya no va a ser una universidad, va a ser una pluriversidad. Pero eso no es todo: el ataque del neoliberalismo es tan grande, que no estoy seguro de que eso no exija otro neologismo: la universidad tiene que pasar a la pluriversidad, pero para garantizar eso tiene que ser también una subversidad”, explica el autor.
En una entrevista publicada en la Revista Lusófona de Educación, de Sousa Santos profundiza en estos temas y se refiere al actual modelo de universidad, a su proceso de neoliberalización, a las tendencias de transnacionalización de los sistemas de educación superior y a la necesidad de una producción más democrática del conocimiento, así como de introducir conocimientos o saberes que respondan directamente a las necesidades y culturas de las clases populares y de refundar las universidades para avanzar hacia la Pluriversidad.
“La tendencia hacia la transnacionalización es con mucho, el factor dominante. Es promovido por las fuerzas que apuestan a convertir la educación universitaria en un servicio altamente rentable para la inversión de capital. En la mayoría de los países, aparece la subfinanciación de las universidades públicas y las necesidades evidentes de mano de obra calificada para el capitalismo global. Esta es una de las dimensiones de lo que llamamos la neoliberalización de la universidad. Las otras dimensiones son las clasificaciones globales de las universidades (rankings), la emergencia de las universidades globales, la concesión de licencias (franchising) de cursos y grados, la normalización (streamlining) de la docencia e investigación, a partir de indicadores cuantitativos y la gestión de universidades como cualquier otro negocio”.
En paralelo a esta tendencia se inicia un movimiento reformista, explica de Sousa Santos, motivada, por una parte por “los grupos sociales que luchaban por el reconocimiento de la diferencia cultural, histórica, sexual, regional y etno-racial. El modelo universitario masculino, colonialista, monocultural y eurocéntrico (que presidió la creación de las universidades a partir del siglo XIX) generó culturas institucionales e inercias que bloquearon activamente ese modelo. Sin embargo, a través del activismo político y educativo de estos grupos, gradualmente se ha aceptado y considerado legítima una mayor diversidad, que ha sido tildada de pluralismo interno de la ciencia, permitiendo que nuevos programas de investigación se volvieran cada vez más creíbles”.
En segundo lugar, se produce una transformación vinculada a los movimientos sociales y grupos de ciudadanos que comienzan a exigir que el conocimiento científico se involucre más directamente en la solución de problemas que afectan a sus vidas.
“Las universidades habían promovido una arrogante cultura de distancia y de indiferencia en relación a los problemas concretos de la ciudadanía. El activismo de los ciudadanos, en articulación con científicos comprometidos, avanzó en la búsqueda de relevancia y responsabilidad social en la agenda política universitaria. Es así como surge la otra dimensión de pluralismo interno de la ciencia. En ambos casos, el conocimiento científico inició un contacto más cercano con otros saberes y a veces reconoció su validez, una validez ‘local’, siempre confinada a los límites de una experiencia social, donde se habían generado esos modos de conocimiento no académico. Creo que esta segunda tendencia ha perdido energía en las últimas dos décadas y se encuentra ahora a la defensiva. La crisis financiera se invoca en todo el mundo con el fin de destruir la diversidad y la diferencia; la relevancia es transvestida en una palabra de orden, que legitima la subfinanciación de las ciencias básicas, sociales y humanas y para desviar fondos para áreas de interés para la acumulación capitalista –ciencia aplicada al desarrollo de productos– que se ha convertido en la nueva prioridad y que ha modificado irreconociblemente a las universidades. Si el valor del conocimiento sigue transformándose en valor de mercado, al ritmo actual, sospecho que, en algunas décadas, la universidad como nosotros la conocemos será cosa del pasado. Tenemos que prepararnos para la refundación de la universidad“, explica el académico.
Dice de Sousa Santos que la propuesta de Epistemologías del Sur podría contribuir a la refundación de la universidad.
“Estamos entrando en un período en que las formas de desigualdad y de discriminación social moralmente repugnantes, se están convirtiendo en políticamente aceptables al tiempo que las fuerzas sociales y políticas que solían desafiar éste estado de cosas en nombre de alternativas sociales y políticas, están perdiendo energía y a la defensiva en todas partes. En general, las ideologías modernas de disidencia política han sido cooptadas por el neoliberalismo. Hay resistencia, pero ocurre, cada vez más, fuera de las instituciones y en las movilizaciones políticas, a las que estábamos acostumbrados anteriormente los partidos políticos y los movimientos sociales. (…) Como suelo decir, no necesitamos alternativas: necesitamos un pensamiento alternativo de las alternativas. Las Epistemologías del Sur, al privilegiar conocimientos (sean científicos o artesanales / prácticos / populares / empíricos) que surgen de las luchas contra la dominación, son parte de esa transformación epistemológica. Desde mi punto de vista, una nueva universidad polifónica (o mejor, una pluriversidad) pueda emerger mientras esta transformación se desarrolla. No hay certeza de que esto ocurra. Pero en el caso de ocurrir, me atrevo a pensar que las Epistemologías del Sur van a desempeñar un papel importante. Apenas puedo contribuir con una especie de conciencia anticipatoria, colocando el futuro ante nuestros ojos, como si estuviera aquí y ahora”.
El académico anticipa que se volverá evidente que “la producción de conocimiento y la formación universitaria estarán a favor o en contra de la mercantilización del conocimiento y los investigadores y profesores sentirán ‘en carne propia’ las consecuencias de esta bifurcación. De ahí en adelante la cuestión “de qué lado estás” será inevitable. (…) Debido al creciente aislamiento social de la universidad, la autorreflexión de los académicos nunca tendrá éxito si continúa permaneciendo en su interior, como si fuera un asunto solamente de la universidad a ser discutido solamente por los académicos. Sin aliados en el exterior, los académicos que se posicionen como anti-mercado serán fácilmente dominados por los académicos pro-mercado”.
Frente a este escenario, dice, “la universidad, tal como la conocemos, puede terminar en este momento, a menos que los académicos no orientados para el mercado consigan llevar su lucha para afuera de las paredes de la universidad y encuentren o establezcan alianzas en la sociedad, en un sentido amplio. En verdad, esto puede volverse posible porque el colapso de la idea de neutralidad científica abrirá espacios para que se pueda tener en consideración a otros socios en la búsqueda de conocimientos no comercializables. Estos grupos son los que luchan contra las mismas estructuras de poder que impusieron la mercantilización del conocimiento y de la formación de universitarios, o sea, el capitalismo cognitivo. Son grupos sociales subalternos que han sufrido las consecuencias del capitalismo cognitivo en sus experiencias de vida y por eso están vitalmente interesados en luchar contra estas estructuras. Son grupos social y culturalmente muy diversos y sus experiencias de exclusión, injusticia y discriminación son diferentes. Esta diversidad y diferencia entre grupos subalternos deriva del hecho de que el capitalismo opera en la sociedad en articulación con otros dos tipos de dominación: colonialismo y patriarcado. Más allá de esto, estos tres tipos de dominación recurren muchas veces a formas de dominación satélites o complementarias, apoyadas en diferencias generacionales, culturales, religiosas o regionales, con el fin de dividir más todavía los grupos subalternos y reforzar así su poder”.
Plantea Boaventura de Sousa Santos que “las ecologías de saberes y los ejercicios de traducción intercultural tienen una importancia fundamental para aumentar el inter-conocimiento y el reconocimiento mutuo. Pueden ocurrir en contextos muy diferentes. Uno de ellos ha sido utilizado, con mucho éxito, por el proyecto Alice: los talleres de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales (UPMS)”.
Y es que las “UPMS abren espacio para la auto-educación y la auto-transformación a través de una escucha atenta. Exige des-pensar como condición para el conocimiento colectivo que puede ser útil para comunidades y grupos sociales. Diálogo, escucha profunda, son elementos nucleares para percibir otras racionalidades y otros paradigmas epistemológicos. La mayor parte del conocimiento que circula en el mundo y es relevante para la vida de las personas es oral. Sin embargo, nuestras universidades valorizan casi exclusivamente conocimientos escritos. Conocimientos escritos (ciencias y humanidades) pueden ser valiosos si son integrados en las ecologías de saberes. Pero tienen que ser des-monumentalizados, oralizados por decirlo de alguna forma, siempre que sea posible. He confirmado que mis ‘Conversaciones del Mundo con activistas y académicos son, en el segundo caso, una buena forma de des-monumentalizar el conocimiento”.
*Fragmento de Entrevista a SANTOS, Boaventura de Sousa. En Revista Lusófona de Educação, V. 31, Núm. 31, Portugal, Febrero de 2016, realizada por Manuela Guilherme y Gunther Dietz y traducido por Daniel De Michele y Mariela Pradeiro. Disponible completa en: http://revistas.ulusofona.pt/index.php/rleducacao/article/view/5388