En medio de la pandemia que vivió el país, mucho fueron los problemas que quedaron en evidencia, entre ellos enfrentar el gran desafío del seguir educando, sobre todo en los establecimientos educacionales municipalizados donde Recoleta, al igual que en el resto de las comunas más vulnerables, experimentó con clases telemáticas, sin embargo, de forma desigual ya que un porcentaje importante de estudiantes del sistema público en sus hogares carecían de acceso a computadoras e internet para poder conectarse a las clases y recibir los contenidos necesarios para abordar las materias.
Por Eugenio Carrasco
Así al menos lo deja en claro en su libro, el director de Educación de la Municipalidad de Recoleta, Adrián Medina Gómez, quien escribió De vuelta a clases o la tarea del olvido, en alusión a la situación crítica, preocupante y desolada que vivieron miles de estudiantes durante la crisis sanitaria en nuestro país y gran parte del mundo, además de los impactos a la salud que esta pandemia dejó y las secuelas físicas y psicológicas que están presentes.
Si bien este 2022 las clases volvieron de forma presencial y con ello se logró entregar una cobertura total en el sistema escolar de la comuna, la gran mayoría de los estudiantes sienten que el vacío que dejó la pandemia durante el tiempo en que no asistieron de forma presencial a las aulas, es algo que no se va a recuperar en el tiempo.
Una reflexión que también comparte precisamente el autor del libro, quien, consultado sobre el modelo de educación actual en Chile, habla que este no logra educar a todos los estudiantes del sistema público bajo condiciones óptimas, por lo que las brechas existentes y las limitaciones seguirán presentes hasta que el Estado no juegue un rol protagónico, con una mirada progresista, menos pragmática y no determinada por la oferta y la demanda.
“Mientras exista un sistema económico que se encuentre por sobre las personas va hacer eterno esto, que hay gente que siempre va estar en la cola del beneficio del sistema y lamentablemente es la gran mayoría. Probablemente llegará un momento en que todos tengan acceso a internet y aparatos electrónicos, pero van a surgir otros problemas donde la mayoría no va a poder acceder”, explicó Medina.
“El sistema educativo chileno responde a la teoría del capital humano por lo tanto se plantea un currículum nacional desde allí, y por eso se habla de competencia, donde no solo se debe ser ‘competente’, sino también, ‘competitivo’, es decir, competir. Un estudiante que se tiene que producir a sí mismo resultará más rentable al sistema, comprándole éste, sus capacidades”, agregó el autor.
Agregando que “un ejemplo claro es que las personas hoy en día se capacitan y estudian posgrados no para ser excelentes en sus áreas, sino porque ello le permite acceder a mejores sueldos. Entonces se transforman en productores y promotores de sus conocimientos, quedando al servicio de la teoría del capital humano”.
“Todo lo que aprendes en el curriculum es para que tu asumas que debes ser productivo. Las notas responden aquello, si tu logras una buena calificación tendrás un buen promedio, pero no te señalan que en la vida la productividad no resulta para lo esencial de la vida misma. Entonces la didáctica de hoy instala el empoderamiento que se encuentra hecho a la medida del sistema actual y que no busca tu beneficio, sino todo lo contrario. Acá ya no interesa el desarrollo humano sino de cómo ese humano se encuentra al servicio de un sistema que para mantenerse y existir requiere del sometimiento indiscutible, de la esclavitud”, señaló Medina.
Agregó que “hoy la educación pública es un mercado importante (piénsese en cuánto le cuesta la prueba Simce al Estado). El Estado subsidia la educación asignándole un valor por estudiante de carácter presente o ausente en la sala de clases. Cuando eso ocurre tenemos un Estado que reduce el ser humano a eso, a la rentabilidad, sinónimo de presencia del niños, niñas y jóvenes en la sala de clases, como si fuese relevante a la hora de educar, siendo totalmente lo contrario, ya que el rol del Estado es garantizar una educación y acceso universal para todos”.
“Por otro lado aparece en el sistema de educación el concepto de “calidad”, que en términos concretos es un estándar sujeto a indicadores y cuando ocupamos este tipo de conceptos nos referimos a bienes, por eso es que la educación se ha transformado en un bien de consumo, al que no todos pueden acceder. Sí la educación es un derecho no estaría sujeta a estándares. Se cumple o no se cumple”, explica en su libro.
“Este libro tendría que llamarse algo así como la educación inefable o las experiencias al límite, y la pandemia precisamente nos lleva a todo ello. Esta pandemia sin precedentes nos llevó a vivir una tragedia, que tiene relación con estar cerca de la muerte sin distinción social. Sumado a eso, teníamos un Estado que a toda costa trataba de mantener a las personas en acción productiva, incluido a la comunidad educativa. Entonces nos encontramos con un sistema en medio de esta crisis sanitaria que obligó a los docentes asumir un rol, respondiendo a las necesidades de un gobierno que no le interesaba la salud de las personas, sino el bienestar de la economía”, añadió Medina.
Es importante reconocer y destacar que en plena pandemia, los equipos dependientes de la Unidad Técnica Pedagógica (UTP) del DAEM de Recoleta a través de diversos programas estuvieron presente en el acompañamiento de las y los estudiantes, entregándoles las herramientas necesarias y orientaciones para apoyar el trabajo educativo coordinado con las comunidades escolares.
A la fecha, los establecimientos educacionales municipalizados de Recoleta, terminaron el año 2022 sin mayores contratiempos. Con un aumento en las matrículas, con mejor infraestructura, programas de apoyo en sus mallas y quizás y lo más relevante es que el año pasado se graduó la primera generación de estudiantes de octavo básico del Liceo Valentín Letelier luego del otorgamiento oficial entregado por el Ministerio de Educación.
Mantener la conexión con los estudiantes y evitar que abandonen el proceso educativo debe ser una de las primeras prioridades de las políticas y prácticas educacionales en cualquier período social, político o bien de alguna índole que generará una emergencia, como la que se vivió con la pandemia y que afectó directamente a la educación pública del país.