La revolución de los ojos chilena ha llegado para quedarse, Chile despertó y abrió sus ojos a la serie de injusticia sociales que se venían dando en el país bajo el amparo de la Constitución la que fomenta el sector privado en campos tan sensibles como la educación, salud y las pensiones frenando la participación del Estado en estas áreas, al tiempo de promover la tendencia monopolística, el lucro y la desigualdad social, entre otros aspectos.
Por otra parte Chile ha visto que esta revolución de los ojos ha sido silenciada y oscurecida por las acciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado, las cuales han ejercido una violencia inusitada sobre los manifestantes a quienes se les ha disparado a la cara lo que ha conllevado a que varios cientos de personas en el país, según la Sociedad Chilena de Oftalmología, hayan sufrido traumas oculares graves, la mayoría por balines.
“La intención de las fuerzas de seguridad chilenas es clara: lesionar a quienes se manifiestan para desincentivar la protesta, incluso llegando al extremo de usar la tortura y violencia sexual en contra de manifestantes”, afirma un informe de Amnistía Internacional sobre las movilizaciones en Chile.
Si tomamos estudios de neurociencias aplicada a la política podemos inferir que la estrategia del miedo llevado a cabo por Carabineros y el Ejército chileno afecta nuestra forma de pensar, al tiempo de hacernos más negativos ante el contexto que nos rodea y más reservados a la hora de tomar nuestras decisiones, bajando notablemente nuestro nivel de impulsividad. La ‘guerra’ psicológica consiste en asustar al enemigo para reducir sus posibilidades de éxito y derrotarlo antes de que siquiera entre a combatir.
El miedo surge de un conjunto de áreas cerebrales que en conjunto forman lo que se denomina el sistema de aversión a la pérdida. Los recuerdos del miedo son grabados en el cerebro en dos estructuras: amígdala -procesamiento del miedo- y el hipocampo–procesamiento de la memoria. El miedo es una respuesta que activa nuestro cerebro ante una posible amenaza, la amígdala se encuentra en todo momento analizando la información del exterior y, en caso de encontrar un estímulo potencialmente peligroso, se encarga de hacer saltar la alarma. Esta origina cambios en la fisiología, los pensamientos y la conducta.
Ante esto el miedo es un instrumento sumamente poderoso para los objetivos del orden establecido, siendo un arma de carácter psicológico, una emoción básica que nos paraliza o también nos llama a la acción dependiendo de nuestra evaluación interna acerca del poder que tiene nuestro contrincante, en este caso, las armas que apuntan a los ciudadanos, las que de por sí generan una atmósfera, al estar frente a ella, que hace entrar en un estado de pánico, estado mucho más intenso que el miedo que lleva a la urgencia de actuar inmediatamente, generalmente de forma involuntaria y sin pensar.
Los fabricantes del miedo buscan provocar una respuesta rápida en la mente de los manifestantes y hacer que tomen las decisiones de un modo precipitado y sin razonar, cosa de conducirlos a su retirada. Bajo este contexto al sentir que alguien nos ataca, se incrementa el pánico, el que nos ordena muchas veces de forma inconsciente quedarnos quietos o salir corriendo sumergiendo al ciudadano en un modo de pensar concreto y a corto plazo con escasa flexibilidad en el juicio.
No todo está perdido, ya que la mejor respuesta al miedo es la empatía entre los seres humanos, por ende su conocimiento y aplicación es trascendental para generar lazos sociales con las personas, activando las neuronas espejo, las que hacen que las personas sientan las sensaciones de los demás internalizando, asimilando o incorporando como suyas las emociones que se generan en otros individuos, ver cómo te sentirías si te hicieran lo mismo.
Esta es la clave, ya que el triunfo social llegará cuando se logre entender el dolor de las víctimas, generando unidad y comprensión. No obstante se pierde cuando la estrategia emocional y simbólica de las armas se justifica, aún por sobre los ojos ensombrecidos de las víctimas. Siento que en esta revolución de los ojos en Chile la empatía está por sobre el miedo la que dará la luz a la sociedad en su conjunto, ya que Chile, después de muchos años despertó y abrió los ojos.
Andrés Fredericksen
Docente de la Universidad Abierta de Recoleta, en el curso ‘Neurociencias aplicadas a la política’.
DEA del programa de doctorado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España.
Máster en neurociencias cognitivas aplicadas a la empresa por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España.
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