Las investigaciones en neurociencias cognitivas y su aplicación a la política, neuropolítica argumentan que la mayor parte de nuestras decisiones son más emocionales que racionales. Estos descubrimientos hacen que las estrategias comunicativas se replanteen entre los líderes políticos, ya que develan la importancia de las emociones en el proceso de toma de decisiones electorales, al tiempo de comprender que estructuras mentales y emocionales están involucradas en la persuasión para lograr el voto.
El neurocientifico Antonio Damasio argumenta que las emociones son responsables de nuestra toma de decisiones, ya que son capaces de alterar nuestro estado de atención y afectan nuestra conducta, condicionan los recuerdos y las experiencias generando una serie de influencias innatas -muchas veces inconscientes- en los individuos que afectan a la forma de expresarse y de tomar decisiones.
Las emociones se originan en una zona interior del cerebro, el sistema límbico, pero esta zona está unida a la corteza prefrontal, la cual nos hace conscientes de las emociones que sentimos.
El debate presidencial de EE.UU dejó en evidencia estas nuevas formas de comunicar en este campo con narrativas más próxima al mundo del espectáculo y del entretenimiento, ya que buscó la implicación emocional de los espectadores, la inmersión del espectador en el relato, el contagio emocional y, por contra, poca contextualización en aspectos más racionales. El cerebro recuerda mejor la idea general que la específica, la esencia básica antes que los detalles.
“Los americanos votan en relación a sus marcos mentales y los republicanos han tenido éxito electoral ya que han enlazado su discurso al sistema de conceptos y valores de la sociedad Americana, y han logrado utilizar un lenguaje eficaz que penetre en las emociones del electorado y que se alinee a sus marcos mentales”, expresa George Lakoff profesor de ciencia cognitiva y lingüística de la Universidad de California, Berkeley, en su libro The Political Mind.
Los candidatos utilizaron diversas estrategias en primer lugar para llamar la atención del espectador y votante saliendo de los esquemas y patrones de lo que el cerebro espera encontrar en un evento de estas características por lo general mucho más protocolar y solemne, generando sorpresa en el cerebro, por ende influyendo en la manera de prestar atención, fijación y recuerdo del mensaje. Muchas de estos factores de persuasión emocional funcionan de forma inconsciente como el ‘storytelling’ o el miedo que conllevan a que la idea general del candidato sea recordada por con mayor facilidad, ya que no es tan importante lo que se dice, sino cómo se dice.
Joe Biden llegó a llamar, al actual presidente de Estados Unidos, “payaso” para llamar la atención del espectador, al tiempo de decirle “racista”, concepto recurrente entre los detractores de Trump, especialmente después del asesinato de George Floyd a manos de la policía, y por los ataques contra la inmigración mexicana y centroamericana para atraer votos en la frontera.
A su vez Donald Trump sacó a relucir el consumo de cocaína del hijo de Joe Biden agudizando la tensión en el debate. “Hunter fue expulsado del ejército. Fue expulsado, despedido deshonrosamente por consumo de cocaína. Y no tenía trabajo hasta que usted se convirtió en vicepresidente”, le espetó Trump a Biden.
Una palabra negativa o insultante activa la amígdala, estructura del cerebro vinculada a las alertas. En el debate muchas veces predominó el caos, expresiones ofensivas y los golpes bajos, se centró en contarnos pequeñas historias, como lo haría de igual forma una serie, ‘culebrón’ o una película.
Desde la neuropolítica se argumenta que al cerebro le gusta escuchar historias, ya que hacen emocionar, al tiempo de provocar cambios químicos en el cerebro. El ‘storytelling’ es el arte de contar historias que impacten a la audiencia y al elector, se busca generar emociones que revivan momentos del pasado, ya sea propio o de una nación o de un pueblo, impulsando una conexión e identificación con el elector.
“Él dijo que en el Ejército son unos perdedores y que son unos tontos. Mi hijo estuvo en Irak (Beau Biden) un año completo, y consiguió la medalla de bronce. No fue un perdedor, él fue un patriota”, dijo Joe Biden.
Otra de las narrativas que se pudo observar en el debate es la estrategia del miedo, activando el mecanismo cerebral de aversión a la pérdida. Consiste en aprovecharse de la sensación de miedo y de pánico del elector para hacer que tomen las decisiones de un modo rápido y sin razonar ante situaciones amenazantes.
El miedo afecta nuestra forma de pensar, al tiempo de hacernos más negativos ante el contexto que nos rodea y más reservados a la hora de tomar nuestras decisiones de voto, además de generar una respuesta que activa nuestro cerebro ante una posible amenaza de pérdida como en este caso de la salud, empleo o la democracia, originando cambios en la fisiología, los pensamientos y la conducta.
“Él no tiene plan para salud, comunica cosas que quiere hacer, pero no tiene nada, no tiene plan. Este hombre no sabe de lo que habla”, dijo Joe Biden.
“Va a ser el primer Presidente en dejar la presidencia con menos empleos con el que llegó” (…) “nos volvimos más débiles, más enfermos, más pobres, más divididos y más violentos”, aseguró Biden.
“Me gustaría que mis seguidores vayan a las urnas y vigilen con mucho cuidado, les insto a que lo hagan. Esto va a ser un fraude como nunca hayan visto, es algo horrible para nuestro país. Esto no va a acabar bien (…) Si veo decenas de miles de votos siendo manipulados, no lo puedo tolerar”, afirmó Donald Trump sobre el voto por correo.
Andrés Fredericksen
Docente de la Universidad Abierta de Recoleta, en el curso ‘Neurociencias aplicadas a la política’.
DEA del programa de doctorado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España.
Máster en neurociencias cognitivas aplicadas a la empresa por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España.