Desde las guerras declaradas a las amenazas latentes… desde el alza del neofascismo a la defenestración del sistema democrático liberal… desde los efectos del cambio climático a la normalización de los desastres… desde el plebiscito a la propuesta de la ultraderecha hasta la elección de autoridades locales: 2024 será un nuevo año en que viviremos en permanente riesgo de colapso.
El año 2023 se saldó con una vuelta de la humanidad a los bárbaros cánones del enfrentamiento, lo que Friedrich Nietzsche llamó “voluntad de poder”; que puede resumirse como la fase imperialista de enfrentamientos directos o soterrados entre potencias. Tras años de neoliberalismo -entendido como consenso globalizador sobre la economía-, el regreso a la colisión de voluntades marca el fin de la supremacía occidental (Estados Unidos) como rector arbitrario del mundo.
La decadencia occidental viene de la mano con el fracaso de la democracia liberal que se ha demostrado incapaz de realizar los cambios que las amenazas de los tiempos demanda. La democracia tiene como centro el adoctrinamiento de las personas en una serie de premisas o postulados esenciales; estos son presentados por la educación, la socialización y los medios de comunicación, como valores fundamentales, como una evolución positiva de convivencia desde un pasado violento y turbulento a una época de paz, prosperidad y derechos humanos.
Con la caída de la alternativa del socialismo como norte posible de la mano de la dialéctica materialista, las fuerzas del capital retomaron la senda de la contraofensiva, esta vez sin las limitaciones de los viejos padres del capitalismo. La educación, la salud y la defensa estarían en el stock de oferta de lo que se ha llamado como neoliberalismo.
La caída del liberalismo económico vino aparejado de las repetidas crisis económicas como el crac de 1929 que terminó por empujar a algunos países como los Estados Unidos a la doctrina de John Maynard Kaynes en que el Estado se convertía en el centro de gravedad económico o el motor de la reactivación.
Otros países fueron arrastrados, ya sea por golpes de Estado o por elecciones democráticas, hacia partidos y agrupaciones de corte fascista. El acudir al keynesianismo económico implicó el lograr mantener el sistema democrático como garante de los derechos individuales y colectivos. Los países arrastrados al fascismo, soportaron sangrientas y largas dictaduras (España) o vieron completamente arruinadas sus naciones (Italia y Alemania).
El keynesianismo es una doctrina que abraza el fortalecimiento del Estado para luchar contra la destrucción de los mercados por las crisis cíclicas. Las grandes potencias mantienen permanentemente en sus arsenales doctrinarios las enseñanzas de Keynes y la utilizan con frecuencia, como los Estados Unidos con las guerras endémicas (keynesianismo militar) o como el Estado ruso controlando las empresas estratégicas con el 51% de las acciones.
Solamente países de bajo nivel de desarrollo han abrazado el neoliberalismo como si fuese la panacea del salto económico hacia el primer mundo. En la mayoría de los países las dictaduras han impuesto las políticas de shock que aterrorizan a los ciudadanos. Sin embargo, las nuevas amenazas al orden unipolar en conjunto al fracaso de la democracia liberal en representar a los ciudadanos, han llevado crecientemente a las personas a votar por quiénes les prometen llevarlos por la senda del progreso con las fracasadas políticas neoliberales. Se da la paradoja, como en el caso de Argentina, que son los propios ciudadanos quienes eligen a su verdugo.
Javier Milei en Argentina es la última pieza del tablero de ajedrez de la geopolítica en acomodarse. El nuevo presidente arrastra a su pueblo hacia la perdida absoluta de la soberanía con la llamada Ley Ómnibus que faculta a tropas extranjeras a ser parte del aparato de defensa del país: “artículo 345 autorizaría la entrada de tropas extranjeras al territorio nacional y la salida fuera de él de fuerzas nacionales, según corresponda, para participar en los ejercicios contemplados en el Programa de Ejercitaciones Combinadas a realizarse desde el 1° de septiembre de 2024 hasta el 31 de agosto de 2025″, (Telam.com.ar 27/12).
Por otra parte, la escalada militar en Ucrania como el genocidio del pueblo palestino en Gaza, entre otros conflictos abiertos o larvados, ha llevado a que la gran amenaza existencial, el cambio climático, se convierta en un tema de segundo orden. La insensatez de los liderazgos mundiales tanto como el fracaso de la democracia liberal que entrega el poder a las elites corporativas, permite que las naciones busquen sus intereses geopolíticos inmediatos, dejando de lado una acción colectiva que corrija los estragos de la acción humana para con el clima.
Las diferentes catástrofes climáticas se suceden en los informativos de la prensa, produciendo un fenómeno de anestesia en las poblaciones: lo que es responsabilidad humana se trata como efectos naturales en un abierto irracionalismo o la ejecución de un plan divino pasando desde la objetivad a la mitología.
El orden mundial post segunda guerra mundial, que trajo la formación de la Organización de Naciones Unidas, se muestra impotente ante los intereses de los Estados Unidos que obstaculizan cualquier resolución que ponga fin a los conflictos armados. La promesa de una organización mundial liderada por la mayor potencia democrática y que exhibe como blasón la defensa de los derechos humanos, se convierte en la máxima expresión de los intereses corporativos y del complejo industrial militar, donde los países y los pueblos, son mercancías en fríos cálculos financieros o geopolíticos.
En Chile, la derrota política táctica de la ultraderecha en el plebiscito de la propuesta constitucional, trae un reacomodo de las prioridades. Desde el gobierno y el oficialismo con algo más de espacio para maniobrar, se construyen las directrices para enfrentar un año donde poder plasmar las promesas electorales del programa. La reaparición de Michelle Bachelet como posible candidata presidencial, con un liderazgo reforzado por su posición en el plebiscito, significó una amenaza que tuvo efectos inmediatos en la derecha, que sintió el golpe tratando de reducir aceleradamente el alza de su popularidad. Por otro lado, el presidente Gabriel Boric nombró a Francisco Vidal como nuevo director de Televisión Nacional, evidenciando una estrategia diseñada para capitalizar la derrota de la derecha tanto como intentar subsanar la falencia estructural en materia de medios masivos de comunicación.
La prensa durante los primeros días de año empezó a perfilar las informaciones sobre el próximo hito electoral, mostrando las intenciones de la ultraderecha por posicionarse en comunas populares como plataforma para la elección nacional de presidente y parlamentarios: “El Partido Republicano anunció su intención de disputar las principales comunas que están en poder de alcaldes comunistas, principalmente competir con Daniel Jadue en Recoleta, Javiera Reyes en Lo Espejo e Irací Hassler en Santiago en las próximas municipales (…) los republicanos estamos trabajando por recuperar cada villa y población de las garras de la izquierda radical”, (Diario Universidad de Chile 01/01).
La exposición mediática de los alcaldes como su condición de ser el principal nexo del Estado con los territorios, implica una fuente potencial de creación de liderazgos, el gobierno local se convierte en un trampolín fundamental para la acumulación de poder político.
Los partidos de izquierda han comprendido que la creación de un gran frente antifascista es la única forma de enfrentar el auge de los liderazgos populistas de ultraderecha, que, oportunistamente, han aprovechado la crisis de la democracia liberal en todo el mundo.
Centro de Estudios de Medios