Existen muchos argumentos para defender las diversas posturas ideológicas que ha vivido la zona de conflicto bélico entre Rusia y Ucrania estas últimas semanas. Por un lado, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con su enorme despliegue político y militar, amparado por Joe Binden y los Estados Unidos, y por otro, Vladimir Putin un líder ultranacionalista, conservador y modelo para la ultraderecha de Europa que prevé recuperar los países que pertenecieron al viejo Imperio ruso zarista y luego el soviético, impulsando una recolonización del este territorio estratégico. Ambos lados de la guerra, ambos universos han dejado en quiebra la empresa de la paz bajo un manto de horror y muerte de civiles inocentes.
En medio de la batalla geopolítica entre Occidente y Rusia. Ucrania, república que en algún momento formó parte de la URSS, que ha logrado su independencia en 1991 y se ha acercado a occidente en busca de la economía de mercado, al amparo de líderes y gobernantes corruptos, quienes buscan sacar tajada de esta zona privilegiada en recursos naturales. Lo cierto es que el olor a podrido de una democracia moribunda se ha venido extendiendo por largos años en este país, siendo una representación más del cáncer político en esta nación.
Sin ir más lejos, antes de que detonara la guerra, la Unión Europea (UE) apuntaba con el dedo a la situación de Ucrania, asegurando que “la gran corrupción y la captura del Estado son endémicas en Ucrania”, al tiempo de advertir las conexiones entre oligarcas, altos funcionarios, políticos, la judicatura y las empresas estatales.
Por otra parte existe un Estado multiétnico, donde residen quince minorías nacionales con presencia de rumanos, húngaros, tártaros, armenios, judíos, polacos y rusos, entre otros, lo que profundiza, aún más, la compleja situación a la hora de sumar adherentes a las políticas llevadas a cabo por las naciones en conflicto. Ucrania esta ubicada en un punto estratégico, donde cada centímetro del territorio es fundamental para el control de los procesos económicos impulsados por ambos bloques, hoy antagónicos y que buscan establecer una hegemonía en uno u otro lado del denominado sistema- mundo, concepto utilizado por el reconocido sociólogo Immanuel Wallerstein, una de las piedras angulares para comprender la guerra actual y el fenómeno economicista histórico que se perpetua en el lugar.
Según el historiador, sociólogo y economista, quien ha sembrado las primeras y principales aportaciones al estudio de la globalización económica y sus consecuencias sociopolíticas, el sistema mundo dificulta el desarrollo de los países pobres y garantiza que los ricos sigan siendo los principales beneficiarios de las cadenas globales de materias primas y de los productos y la riqueza. Hoy, ante nuestros ojos presenciamos la crisis estructural del sistema-mundo.
Otro de los referentes para comprender esta guerra y la importancia y trascendencia de esta área geográfica del planeta es Halford John Mackinder (1861-1947), padre fundador del pensamiento geopolítico, quien afirmaba que el interior de Asia y el Este de Europa eran el centro estratégico del Mundo o Isla Mundo, por ende, quien ejerciera su poder sobre esta zona, controlaría el “corazón continental” o heartland y por extensión el planeta.
Estas ideas han quedado plasmadas a fuego sagrado cuando encabezó la prestigiosa London School of Economics entre 1903 y 1908, periodo en el cual publica en la revista Geographical Journal el artículo, The Geographical Pívot of History (El pivote geográfico de la historia, 1904), donde especifica los primeros indicios de los problemas de las relaciones geográficas de los Estados en términos de un sistema global, dando una importante referencia, más de un sigilo atrás, del porqué de la actual crisis armamentista de la zona.
Bajo este contexto y con la muerte de la política y la diplomacia por el egocentrismo y ambición de grupos oligarcas, en unas pocas semanas, hemos asistido, hasta el momento -según las cifras de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)- al éxodo de millones de refugiados desde Ucrania hacia los países vecinos, situación que se prevé va ir en aumento de no mediar la paz, convirtiéndose en la mayor crisis de migrantes de Europa en lo que va de siglo, al tiempo de que la violencia no pareciese tener horizonte de salida, ya que el “proceso de paz” se encuentra empantanado, al igual que las esperanzas y los sueños de los ucranianos.
El fracaso de la política, entendida como la práctica de influir en las decisiones y la conducta de gobiernos u organizaciones extranjeras a través del diálogo, la negociación y otros medios no violento se ha perdido por la invasión de las fuerzas militares de Putin sobre Ucrania. Las víctimas, las mismas de siempre, los ciudadanos de calle, adultos mayores, niños y niñas, mujeres y hombres obligados a desplazarse, a salir de sus hogares, de su tierra y de su entorno.
Ya lo ha adelantado Immanuel Wallerstein y advertido Halford John Mackinder a principios de siglo. Priman las ansias de control y la justificación del ego a fin de la centralizar el poder mundial ya sea en oriente u occidente. En este contexto está claro que Putin quiere lograr el control de la zona, pero al costo de ver reforzada la OTAN que ya venía de capa caída, al tiempo de ver cada vez más cerca las tropas norteamericanas en Europa, a lo que se suma el sentimiento antirruso entre la ciudadanía ucraniana.
No condenar a Rusia y su actuar, más allá de las ideologías dominantes en ambos bloques antagónicos descritas anteriormente, es una equivocación, que puede contribuir a sentar precedentes para futuras acciones bélicas sobre territorios dominados por conflictos internos frenando el derecho de autodeterminación, que en sí, es el derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, elegir a sus propios líderes y forjar su propio futuro, sin que la bota gigante de los militares se crucen en el camino.
Andrés Fredericksen
DEA del programa de doctorado en Ciencias Políticas y Sociología por la U. Pontificia de Salamanca, España.
Máster en neurociencias cognitivas aplicadas a la empresa por la U. Rey Juan Carlos de Madrid, España.
Docente de la Universidad Abierta de Recoleta