La conmemoración del día internacional del planeta Tierra tiene por objetivo incentivar la conciencia a los problemas de sobrepoblación, cambio climático, contaminación, la conservación de la biodiversidad y la sequía que se vive a nivel mundial. En este día, espero podamos entender que existe una interdependencia entre los ecosistemas y los seres vivos que los habitamos. Un día en que nos veamos como iguales frente a los animales no humanos, los bosques, las aguas, la cordillera, el suelo sobre el que descansan nuestros pies y nuestros hogares. Y, por sobre todas las cosas, el día en que despertemos y escuchemos el reloj de la cuenta regresiva.
La deforestación de la Amazonas, los incendios en Australia y en California, la contaminación en la India y el derretimiento de los polos, la mega sequía que azota a nuestro país, son algunos de los factores que se observan con más preocupación que nunca. Un informe, publicado en mayo de 2020 por la Fundación WWF, daba cuenta de que la deforestación de la Amazonas, que en lo concreto significa la destrucción del hábitat de animales no humanos, trajo como consecuencia un proceso migratorio de parte de los animales no humanos a centros urbanos. El exceso de población es un factor que facilita la propagación de enfermedades zoonóticas, lo que significa que el Covid-19 podría ser la primera de muchas pandemias.
Así como estamos destruyendo el hábitat de los animales no humanos, también estamos arrasando con el propio. Por ello han surgido las llamadas ‘Zonas de Sacrificio’ en nuestro país, que se expanden con la misma rapidez que el virus. Hemos decidido sacrificar esta tierra y sus habitantes para el cultivo de paltos, la industria ganadera, agrícola y minera, entre otras. Cuando nuestra casa esté rota y vacía, al igual que los murciélagos y tantas otras especies, deberemos migrar hacia donde encontremos el elemento fuente de vida: agua.
En este día, y los que les resten a los seres vivos que habitan el planeta Tierra, espero tomemos conciencia que las personas no somos superiores a la naturaleza, sino un elemento más de esta red invisible de elementos vivos que de manera conjunta conforman los ‘sistemas sostenedores de la vida’. Estamos en medio de un proceso transformador para el futuro de Chile. Nos jugamos lo que será el devenir, no sólo de la próxima década, sino que probablemente también de todo el siglo veintiuno. La forma en cómo respondamos a la crisis climática y ecológica es tal vez el principal desafío que la humanidad deberá enfrentar en la actualidad. Asimismo, el deterioro de los ecosistemas es visible de manera dramática en nuestro país y amenaza nuestra estabilidad y organización social en múltiples dimensiones. En virtud de lo anterior, en el marco de la conmemoración del Día de La Tierra, es necesario identificar el criterio orientador de una propuesta socioambiental. Es imperativo continuar las luchas que por décadas han dado las organizaciones y activistas ambientales, y por ello debe desarrollarse un proyecto de transformación socio-ecológica integrada a un nuevo modelo de desarrollo.
Ya no basta con una agenda aislada de protección ecosistémica, sino que debemos avanzar hacia la construcción de un nuevo sentido común que los movimientos ecologistas han identificado hace años: no existe justicia social sin justicia ambiental. El paradigma debe construirse desde una economía de los cuidados, tanto de las personas y como de la biosfera y los bienes comunes. La visión ecológica debe ser un pilar que guíe una agenda económica de reactivación sostenible que entregue bienestar y derechos sociales al pueblo, tan básicos y humanos como tener acceso a agua potable.
Camila Musante
Abogada
Docente Universidad Abierta de Recoleta