A todos nos asusta el término ‘salud mental’ y con justa razón. Si bien lo hemos escuchado o comentado con algunos cercanos, sigue siendo un tema tabú y sensible en nuestra sociedad. Incluso desconocido, porque no existe la educación suficiente en nuestra población.
Entonces, comencemos por aclarar ciertos conceptos: Según la Organización Mundial de la Salud, la salud mental se define como “un estado de bienestar en el cual el individuo puede afrontar las dificultades normales de la vida, es consciente de sus propias capacidades, puede trabajar de forma productiva y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Sicólogo(a) y psiquiatra son los profesionales de la salud especializados en estudiar, comprender y ayudarnos a enfrentar cualquier alteración en nuestra salud mental.
El ser humano es una especie compleja de la que aún queda mucho por descubrir, principalmente con respecto al funcionamiento del cerebro, la mente y la relación con nuestras emociones. Cada persona es única, lo que determina que las emociones se vivan de manera diferente. Por lo tanto, lo primero es aprender a conocer nuestras emociones, que van desde la felicidad hasta la tristeza, y cómo reaccionamos frente a ellas. Muchas veces nos enseñan cómo ‘buscar la felicidad’ pero nadie nos instruye en cómo enfrentar las emociones negativas. En palabras del sicólogo Jaime Serrato “existe una aversión a las emociones negativas, tales como dolor, frustración, pena, angustia, etc. Cuando alguna de ellas emerge, las personas no saben cómo manejarlas y, por lo tanto, explotan. Recién en ese punto, acuden a algún profesional y muchas veces suele ser tarde. Esto ocurre ya que en nuestra sociedad no existe una cultura preventiva de la salud mental”.
Frente a esto, ¿qué podemos hacer como individuos insertos en un sistema sumamente competitivo y exigente? Establecer hábitos de cuidado: Realizar actividad física, tener una alimentación saludable, sociabilizar, descansar, proponerse retos a corto plazo y relajarse son los principales puntos de acción. Es importante mencionar un concepto que ha emergido masivamente en los últimos años: la meditación o mindfulness, que corresponde a una técnica muy efectiva para relajarnos, concentrarnos y ser más eficientes en nuestro diario vivir. Cabe recalcar que ninguno de estos hábitos implica tratamientos farmacológicos. Sin embargo, en algunas personas sí son necesarios.
El autocuidado es la principal arista en la que podemos intervenir por nuestro propio bienestar y prevenir este tipo de enfermedades. Lo que implica hacernos cargo de nosotros mismos y de lo que sentimos, porque ninguna persona lo hará por nosotros; o quizás alguien lo hará cuando sea demasiado tarde. Por lo tanto, el autocuidado es de vital importancia considerando las múltiples deficiencias del sistema público y privado en materia de salud mental, donde existen muchos desafíos que Chile debe enfrentar y resolver. Y, por favor, comencemos a discutir de este tema. Basta de decir ‘está loco’ o ‘está depresiva’, como si fuera algo malo. No lo es. Las alteraciones en nuestra salud mental son tan comunes como la diabetes, cáncer, Alzheimer y las múltiples patologías que afectan a nuestra sociedad actual.
Nataly Venegas Zúñiga
Bioquímica. Magíster en Bioquímica y PhD (c) en Ciencias Biomédicas, Universidad de Chile. Docente de los cursos Bases Biológicas de las enfermedades crónicas más prevalentes en Chile y Conociendo el Alzheimer, Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas, impartidos por la Universidad Abierta de Recoleta
Muriel Núñez González
Bioquímica, Magíster en Ciencias Biológicas y PhD(c) en Ciencias Biológicas, Pontificia Universidad Católica de Chile