En el último tiempo el debate político en nuestro país se ha ido contaminando con una nueva moda que puede llegar a destruir no solo el debate, sino también la convivencia política y, finalmente, el ya frágil ‘sistema democrático’.
Por una parte están las noticias falsas, más conocidas como ‘fake news’, y por otra las falacias que se ponen al servicio de la distorsión de la realidad o de la manipulación, lo cual sirve para construir escenarios favorables de quienes las emiten o desfavorables para sus ‘adversarios’.
Estas noticias falsas tienen contenidos pseudo-periodísticos, y son difundidos a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y/o redes sociales y cuyo objetivo es la desinformación y la distorsión de la realidad para el logro de un objetivo.
Se emiten con la intención deliberada de engañar, manipular, desprestigiar o enaltecer a una institución o persona para obtener ganancias económicas o rédito político.
Al presentar hechos falsos como si fueran reales, son una amenaza a la credibilidad de los medios serios, de los periodistas profesionales, de las instituciones y de las personas, pero por sobre todo, son una amenaza a la confianza que debiera primar en el debate político democrático.
Si bien existen desde la antigüedad, su impacto ha crecido significativamente con la aparición de las redes sociales, debido a la rapidez de su propagación y la dificultad para enfrentarlas, llegando a ser una preocupación global en la actualidad y un arma devastadora contra la democracia y la verdad.
A diferencia de las noticias falsas, las falacias tienen más que ver con errores deliberados en la comunicación que buscan el mismo efecto que las mentiras falsas.
Entre las falacias más comunes se encuentra la de ‘generalización apresurada’ que se evidencia cuando, por ejemplo, se sacan conclusiones con pretensión de validez universal a partir de información de mala calidad, incompleta o sesgada, para sustentar una tesis que no guarda relación con la realidad.
Un ejemplo claro es cuando alguien mal intencionado visita una porción del territorio de una comuna, equivalente a menos del 1% del total y convierte, comunicacionalmente, lo que ahí ve en una verdad para el 99% restante del territorio, aunque los ejemplos escogidos no representen para nada la realidad del total.
Hace poco vimos a un asesor del actual gobierno intentando convertir a Recoleta en un basural, con calles en mal estado, a partir de lugares selectivamente escogidos para validar y sustentar su tesis, aun cuando eso no representa la realidad de toda la comuna, donde se ha hecho bastante, a partir del total abandono de gestiones anteriores. Con esto, se evidencia que la ‘noticia’ buscaba solo desprestigiar una gestión.
Otra muy común en el debate político es la ‘falacia de pendiente resbaladiza’ que es cuando la extrapolación desmesurada que revisamos en el párrafo anterior, se lleva a la construcción deliberada de una cadena o sucesión de hechos o circunstancias que no guardan, necesariamente, relación entre sí, como cuando se plantea, por ejemplo, que la violación de determinados derechos humanos convierten, ipso facto, a un gobierno en una dictadura y se comienzan a emitir noticias parciales como la generalidad.
Si de verdad queremos avanzar y fortalecer nuestro sistema democrático, debemos poner freno a todas aquellas ideas que se sustentan en la mentira, en el engaño y en la tergiversación de la realidad, a través de algunos medios de comunicación que se prestan para la mentira. Recurso ampliamente utilizado por la derecha extrema de Chile que, con objetivos claros y planificados, normaliza el ataque inescrupuloso hacia quienes piensan distinto a ellos.
No queremos ni podemos permitir que en Chile se repita la experiencia de Brasil con Jair Bolsonaro o de Estados Unidos con Donald Trump, donde las noticias falsas campean para ganar elecciones con posiciones racistas, homofóbicas y misóginas que no son más que la antesala del deterioro de los sistemas democráticos, que puede llegar a ser irreversible y con graves consecuencias para la convivencia nacional.
Daniel Jadue
Alcalde de Recoleta