¿Qué está pasando realmente en Chile? Sólo un foco es claro: la ciudadanía ya no da más. La olla de presión del sistema capitalista con un modelo neoliberal que ha acentuado las desigualdades, el endeudamiento, la privatización y mercantilización de los derechos sociales (pensiones, salud, educación), el bajo salario mínimo en contraste con los sueldos de los políticos y los gerentes de la alta dirección pública, la comida más cara del planeta y también los fármacos y el transporte, tienen a nuestra población chilena al desborde de la desesperación, una deteriorada salud mental, tal cual lo indican indicadores de la Organización Mundial de la Salud.
Lo que resulta paradójico es que todos los militares en guerra en las calles, junto a la policía no puedan reprimir un puñado de jóvenes transgresores que destruyen el bien público… y por otro lado se concentran en lanzar bombas lacrimógenas, disparar y agredir a la masa de manifestantes que protesta ¿Quién comprende esta estrategia? ¿Dónde está el foco? ¿Disolver a los transgresores o no dejar que la ciudadanía se manifieste?
He visto por las redes policías lanzando proyectiles a instalaciones que luego ardían en llamas, ¿quién puede comprender que ardan al unísono vagones, centros comerciales, en un metro totalmente desalojado, custodiado por carabineros? Sí, he visto saqueos, mayoritariamente farmacias y supermercados con viejos y viejas robando papel higiénico y pañales en una población que vive en la miseria sin poder responder a necesidades básicas mínimas de dignidad.
Desde el año 2000 vengo investigando las culturas de aquellos que viven en la exclusión, en el ‘afuera’, los parias, los lumpen y criminales como suelen ser denominados, con vidas precarias en una sociedad que se ufana por su desarrollo económico, pertenecer a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y ser la excepción de una América Latina doliente en sus desigualdades, hoy Chile está mostrando su verdadera cara, el desarrollo económico y los privilegios sólo han sido para unos pocos, como siempre.
El problema es que, ante el estallido de la crisis, se pone el foco en otro lado, un grupo de encapuchados que son minoría y que está difusa su procedencia: violencia extrema, incendios intencionales y destrucción de bienes públicos. Manipular a estos corpúsculos que, insisto, no se sabe de qué lado emergen, para justificar la guerra. Enemigos del pasado, fantasmas del comunismo cubano y venezolano, la expropiación a la propiedad privada, la guerra… para justificar otro golpe al Estado Ciudadano que, en el marco del estado de excepción, reprime con militares en las calles al poder constituyente de la ciudadanía.
El presidente se ha olvidado de convocar al más importante de los poderes del Estado, llamando a La Moneda al poder judicial, legislativo y obviamente su persona en el ejecutivo. Se ha olvidado que hay un cuarto poder en la constitución de todo Estado: es el poder del pueblo, el poder constituyente, el poder de la ciudadanía, que por más que se le dispare en las calles, seguirá siendo el único poder legítimo si recocemos en el concepto de democracia, su etimología: el poder del pueblo.
Silvia Rendón