«Nuestro sistema de salud es uno de los mejores y más eficientes del planeta» (Jaime Mañalich)
Acontecidos un año y un par de meses desde el primer caso registrado en Chile de Covid- 19, las cifras denotan nefastas consecuencias entre los ciudadanos chilenos que padecen de la ineficaz conducción política de un presidente y un gobierno que improvisa sin rumbo cierto acerca del acontecer de sus ciudadanos. Más de un millón de casos se han registrado en Chile desde el inicio de la pandemia y aproximándonos a las treinta mil defunciones.
De acuerdo a un informe del Departamento de Estadísticas e Información de Salud, cifrado el 3 de marzo, los fallecidos se situaban en veintiocho mil sesenta y cinco personas en el país. En tanto que el 18 de marzo del presente año los fallecidos por Covid 19 se elevaron a los veintinueve mil cuatrocientos cincuenta; según reporte de la misma entidad de estadísticas perteneciente al Ministerio de Salud.
La carencia de competencias para salvaguardar la vida de los chilenos ha quedado manifiesta en determinaciones como la flexibilización de permisos vacacionales que hoy muestran sus consecuencias, así como el retraso en el cierre oportuno de fronteras para evitar el ingreso de nuevas cepas y otras cuantas erráticas resoluciones en desmedro de la salud de los ciudadanos con el sentido de priorizar la primaria disposición economicista en relieve máximo.
Los aires triunfalistas e ilógicos, como la posible mutación del virus en buena persona en su tiempo, y hoy en esos aires triunfalistas de los ‘winners’ chilenos: los mejores de Latinoamérica a la hora de vacunar y contener la pandemia, caracteres que han evidenciado los yerros y difusos mensajes de las autoridades y sus defensores. Chile hoy atraviesa la peor fase de una enfermedad desbordada, posibilitada entre otras cosas, por la excesiva confianza de los ciudadanos que constatan aquellas ‘certezas’ triunfalistas de los enunciados de sus autoridades gobernantes.
Se intenta desperfilar por todos los medios posibles la real magnitud, con el propósito de mantener a la vista de la opinión pública una tasa de letalidad menor, una vacunación eficaz y rápida en la población que contrasta con la factualidad del aquí y el ahora presente.
Relevar la idea fuerza que Chile esta vacunando en dimensiones galácticas inigualables es una forma política de instalar un seudo discurso de bienestar y “victoria”, procurando instalar como idea mayor, el gran esfuerzo (real por cierto) en la contención del virus a través de las vacunas, pero que en contraste; las dimensiones mortuorias contundentes son obviadas por el extraviado parecer de la mirada cíclope de los doctores economistas de Harvard, Chicago y demases.
Es el lamentable y perenne ‘the chilean way’ a la que lamentablemente nos tienen acostumbrados.
Mauricio Rojas Hess
Periodista y escritor
Docente de la Universidad Abierta de Recoleta