El 20 de noviembre Recoleta recibió a los estudiantes de los liceos más emblemáticos del país, en el marco de un programa inédito que nació para restablecer el derecho a la educación tras el cierre anticipado de establecimientos educacionales.
Con el firme objetivo de fortalecer la educación pública, la comuna de Recoleta ha duplicado la matrícula escolar municipal y ha desarrollado diversas iniciativas innovadoras en este ámbito. Para el alcalde Daniel Jadue, el Estado debe ser el garante del derecho a la educación y ese principio está a la base de las políticas públicas impulsadas por el gobierno local. Por esta razón, la Universidad Abierta de Recoleta (UAR) diseñó el Programa de Recuperación Escolar en acuerdo con estudiantes, madres, padres y apoderados de los establecimientos cerrados anticipadamente. Pensado originalmente para recibir a estudiantes del Instituto Nacional y del Internado Nacional Barros Arana (INBA), se sumaron el Liceo Teresa Prats de Sarratea (Liceo 7) y el Liceo de Aplicación.
En total, más de ochocientos estudiantes se inscribieron en un Programa que imparten académicos y académicas de diversas universidades y liceos. Además, se planificaron actividades de extensión destinadas a las familias: charlas sobre crianza en tiempos desafiantes y salud mental, entre otras. Por otro lado, se han generado instancias extracurriculares como el consejo de bandas musicales y el taller de lectura con perspectiva de género, para fomentar el pensamiento crítico. Otro taller destacado es el Módulo de Geología y Geotermia, dictado por investigadores del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes de la Universidad de Chile (CEGA).
“La decisión de abrir nuestras puertas no fue fácil, pero para nosotros era un imperativo ético. El derecho a la educación es un derecho que nadie puede discutir en el país que queremos y soñamos hoy día. En estos treinta días, vamos a tener la oportunidad de crecer y encontrarnos”, señaló el alcalde en la bienvenida a estudiantes y sus familias.
Ofrecer el Programa de Recuperación Escolar a los estudiantes del Instituto Nacional, y otros establecimientos cuyos años escolares fueron prematuramente cerrados, expresa la reafirmación del sello social y la voluntad transformadora del proyecto educativo de la Universidad Abierta de Recoleta.
“Demuestra nuestra capacidad para concurrir con soluciones viables y de calidad frente a situaciones donde se afecte el derecho al acceso a la educación. Por lo tanto, se trata de una experiencia fundamental que queremos proyectar en un futuro cercano en iniciativas similares de más largo alcance, incluso de escala nacional; es decir, la UAR va a asumir el compromiso de ir diseñando soluciones cada vez más complejas y de mayor cobertura”, explica el director ejecutivo de la UAR, Rodrigo Hurtado.
La experiencia de las y los protagonistas
Cada tarde llegan a Recoleta cientos de niños y adolescentes, pero también sus madres, padres y apoderados, sobre todo en el caso de estudiantes de cursos de básica. Es el caso de Marta Pinto, que acompaña a su hijo de octavo del Instituto Nacional. “Me parece muy bien que puedan estar en clases, esto le viene muy bien a mi hijo. Las clases le gustan y está más contento ahora, sobre todo porque también tiene clases de ciencias y de inglés”, dice.
A tres semanas de iniciado, las clases se distribuyen de martes a jueves entre los liceos Valentín Letelier y Paula Jaraquemada, y la Escuela República del Paraguay y se imparten para estudiantes de séptimo básico a cuarto medio. En el caso de séptimo básico, se ofrecen clases de lenguaje, historia, ciencias naturales y matemáticas; en octavo se suman clases de inglés. Desde primero medio se incorporan al programa clases de química, biología y física, y a esta programación se suma filosofía para tercero medio. En el caso de cuarto medio, los y las estudiantes tienen clases de reforzamiento y preparación para rendir la PSU.
Enrique Núñez tiene un hijo en octavo básico y una hija en tercero medio. Actualmente sólo su hijo asiste al programa, ya que su hija se inscribió pero finalmente su liceo no cerró el año de manera anticipada. Comenta que “me parece excelente esta iniciativa. Los chiquillos van súper entusiasmados y nosotros no tuvimos que obligar a mi hijo. Se lo propusimos y le pareció bien. Las clases lo tienen feliz, llega hablando como nunca antes lo habíamos visto. Las clases son muy participativas, de mucho debate, con profesores voluntarios de primer nivel”.
Las clases se extenderán hasta el 20 de diciembre, completando así cuatro semanas de clases recuperativas.
El encargado del programa y parte del equipo de la UAR, Luis Gallardo, explica que “sabemos que no alcanzamos a pasar todo el contenido que deberían haber visto durante el año, pero sí podemos trabajar en habilidades que les permitan enfrentar de mejor forma el cierre de sus cursos y el inicio de un nuevo ciclo el año que viene”.
Realizar esta experiencia también fue posible gracias al compromiso de más de setenta profesores y profesoras voluntarias que acudieron al llamado a ser parte de esta iniciativa sin precedentes.
Uno de los profesores es Sebastián Fuentes (en la fotografía), quien está terminando la carrera de Ingeniería Física en la Universidad de Santiago de Chile (USACH), y es docente de la UAR de los cursos de Física, y Herramientas matemáticas para la física. Para él, la experiencia de la docencia escolar no es nueva. Cuenta que gracias a un permiso especial -ya que no estudió pedagogía- pudo ejercer como profesor en distintos colegios y “comparar la experiencia es inevitable. Viví la educación normada, en la que los estudiantes no tienen gran interés. Ahora con estos chiquillos me di cuenta de que tanto estudiantes como profesores tenemos la misma necesidad, y es la de cambiar la forma en que se enseña. Ellos ya no quieren un profesor que dicte contenidos, sino que quieren opinar y participar, y el sistema tiene que dejar de verlos como mentes incapaces de aquello. Nosotros, por otra parte, debemos ser capaces de mostrarles que hay otras formas posibles y aprovechar que son una generación opinante, crítica. Me he encontrado con que algunos saben programar en distintos lenguajes, eso es muy interesante. Mi experiencia haciendo clases en segundo medio ha sido muy buena”, explica.
En el caso de Isela Ojeda, la experiencia como docente de séptimo básico también ha sido buena. “Los estudiantes estaban impacientes por estudiar: leen, preguntan y realizan las actividades con mucho entusiasmo. Muchos de ellos lo ven como una experiencia para dejar de estar aburridos en sus casas, ya que han sido niños que llevan muchos meses sin clases debido a las protestas y a la criminalización que ha vivido el Instituto Nacional durante el año. Ellos y sus apoderados están preocupados por lo que pasará el próximo año, la incertidumbre del futuro y las consecuencias psicológicas que podría traer en los niños el cierre de año anticipado que realizaron en la comuna de Santiago y la estigmatización que han sufrido por vestir el uniforme del Instituto Nacional. Me parece genial que la municipalidad de Recoleta esté preocupada por entregarle a los estudiantes un espacio para poder encontrarse y convivir en un ambiente tranquilo y me entusiasma saber que existe un gran equipo de profesores que trabaja de manera voluntaria y que está velando por la restitución del derecho a la educación de los niños y jóvenes del Instituto Nacional”, señala.
El estudiante de tercero medio del Instituto Nacional, Tomás Aguilar, explica que “la mayoría de los que estamos aquí encontramos lo que buscábamos, que era terminar el año de la manera más normal posible”.